Un joven invidente queda primero de su promoción de Biomedicina

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El viaje, para participar en un congreso científico internacional, es su premio por haber sido el primero de su promoción de Biomedicina en la Universitat de Lleida. 

Además de ser un estudiante brillante -actualmente cursa un máster en Bioinformática en la UAB, de ahí su nueva residencia- y un buen hermano mayor, Francesc Ganau tiene solo entre un 5% y un 7% de visión. En porcentajes tan bajos es difícil de calcular. La suya es una enfermedad genética, aunque no tiene ningún antecedente en la familia. "Nací perfectamente y fue a los cuatro años cuando mis padres notaron que me acercaba mucho para ver la tele. En un año perdí el 90% de la visiónMe estabilicé a los cinco, con un 10%, pero desde entonces he ido perdiendo algo más al haber forzado tanto la vista. Si la gente normal con los años tiene vista cansada, imagina alguien como yo...", se sincera el joven científico.

Eligió el máster en Bioinformática porque era el único que podía hacer. "Yo necesito el ordenador para todo y es la única especialidad a la que podía acceder, porque en todas las otras tienes que hacer prácticas con botecitos, y para mí es imposible. Durante la carrera se inventaron una pequeña beca para un compañero de clase, y él me ayudaba con las prácticas", explica el leridano, quien admite que no es "de espíritu informático". "La informática, como herramienta, está muy bien; la necesito, además. Pero no la entiendo como fin. ¿Informática para aplicarla a qué? En eso estoy. Pensándolo, para ver qué hago el curso que viene", prosigue. Se plantea irse a estudiar fuera. A alguna ciudad europea. Domina el inglés y el francés. "De pequeño no podía hacer fútbol ni tenis, y mis padres querían que hiciera extraescolares, como cualquier niño, así que estudié inglés y francés. Y chelo, también estudié chelo, fui a clases hasta que terminé el instituto", enumera.

Las prácticas de la carrera, el curso pasado, las hizo en la Pompeu Fabra, en Barcelona. "Fue un cambio. La carrera la hice en Lleida porque mis padres no tenían claro lo de que me fuera a vivir solo, con 18 años; pero a los 22 pasé de la casa familiar en Lleida a una residencia de estudiantes en la Barceloneta, donde te despertaba cada noche un grupo de turistas borrachos", cuenta divertido. La experiencia le sirvió para confirmar que estaba preparado para vivir solo. Así qué, ¿por qué no hacerlo el curso próximo en algún otro país? 

Sobra decir que sus espectaculares notas -un 9,3 de media en la carrera- son fruto del gran esfuerzo hecho por Francesc por sus padres, ambos profesores y ambos con un objetivo vital: que sus hijos tengan las mismas oportunidades que el resto de niños.